jueves, 19 de diciembre de 2013

¿Cómo, a través de nuestra práctica docente, podemos lograr una educación emancipadora y pro del desarrollo de nuestras comunidades?

            En principio, me gustaría comentarles una anécdota, un suceso que me ocurrió hace 5 años atrás, específicamente con una sección a la que le dictaba la materia matemática básica para un curso de preingreso universitario. A este grupo se le ocurrió la idea de apagar las luces del aula cuando yo hacía el cierre de una clase, dejándome con la palabra en la boca y totalmente a oscuras. Eso me molestó muchísimo y en la siguiente clase les aplique una de psico terror (como dicen por allí), y les comente que si ellos sabían apagar la luz del salón, yo también sabía apagar una luz, la luz que daba el conocimiento que yo podía impartirles. Ellos no comentaron nada en ese momento, y la clase transcurrió sin novedad. Pero, mayor fue mi sorpresa, cuando nos reencontramos en la clase inmediata. Cuando llegué y abrí la puerta del salón me conseguí con el aula a oscuras y se encontraban todos los estudiantes en sus puestos consultando su celular, siendo la luz de sus teléfonos la que los iluminaba.

            Esta vivencia me indicó que los estudiantes son los beneficiarios directos de los avances tecnológicos y que usan las TIC como medio para emanciparse y autodirigir su educación. Está fue para mí la mejor muestra de que el aprendizaje dejo de ser unidireccional, y que pasó a ser recíproco y abierto; evidenciando que el modelo tradicional de educación está desfasado en estos tiempos de conexión, dejando atrás la concepción de que la educación solo se lleva a cabo en los centros de formación, rompiéndose así el molde del monopolio cognitivo. En ese momento me plantee que los docentes tenemos en las nuevas tecnologías un excelente aliado para mejorar la calidad de la enseñanza, y eso me motivó a implementar la telemática en la formación.

Pero, me percate que para trabajar con TIC de forma inteligente, en función de lograr un aprendizaje significativo de índole personal y comunitario, requería efectuar un cambio en la dinámica didáctica.  En la actualidad, y en vista de lo accesible que resulta la información debido a las TIC, ahora los estudiantes están tomando control sobre su proceso de aprendizaje, gestándose aquel de tipo informal, el cual se produce más allá del ambiente controlado por el profesor.

En líneas generales, tuve que proyectar mi desempeño docente desde la ejecución del coaching, dado que es un proceso que estimula el aprendizaje a través del autodescubrimiento, que se gesta gracias a un ambiente de aprendizaje orientado a la formulación de preguntas activadoras y de procesos dialógicos que incitan a la reflexión, vislumbrando las situaciones desde diferentes perspectivas. Comprende a su vez un estilo de liderazgo que otorga las herramientas necesarias para potenciar las capacidades de los estudiantes, en especial la resolución de problemas, automotivación, autoaprendizaje, habilidades comunicacionales, investigativas y de trabajo en equipo. En tal sentido, un coach es un facilitador que promueve la construcción de conocimientos; se encarga de la dinamización de los procesos de aprendizaje y hace un seguimiento que se orienta más al sondeo de las vías para la consecución de saberes, que a la idoneidad de los resultados.

En el coaching el estudiante decide sus propios caminos, emergiendo la cognición orgánicamente de la comunidad de aprendizaje, desde el saber colectivo y descubrimiento personal de las respuestas, que se validan a partir de la interacción con los participantes y sus distintas miradas multidisciplinarias. El coaching se concibe como metodología dado que se integran diferentes estrategias, donde el aprendizaje se genera de manera individual y en equipo, desde la propia reflexión de lo hecho, sentido y conversado, a través de la convergencia tecnológica, respetando el estilo cognitivo y ritmo personal, empleando principalmente el método de la mayéutica o pregunta dirigida, y de la escucha activa. Es decir, el coach participa como el catalizador del diseño instruccional y es el articulador de los contenidos, estrategias didácticas, recursos educativos, capital humano, infraestructura tecnológica y organizacional, orientado a que el estudiante pase a ser el centro del proceso de aprendizaje, motor de su propia experiencia.

Para finalizar, el uso del coaching y de las tecnologías han transformado mi práctica académica en una experiencia más motivadora y significativa ya que permiten el establecimiento de estructuras flexibles que se adaptan a los intereses, inquietudes y necesidades de estudiantes y profesor@s. Ello se traduce en un mayor sentimiento de pertenencia e identificación en lo que hacemos, lo que incide en una mejora del rendimiento académico y en la continuidad en los esfuerzos de aprendizaje.